24.10.10

A tirar la primera piedra.

Pero ya estoy harto de escribir de toda esta mierda de violencia, como queriendo llamar la atención o subir el rating.

Como si tratara de hacerlo para buscar las orejas y los comentarios. Como si estuviera intentando dar voz a alguien, o algo, o varios, lanzar la queja. Nada me desmotiva más que escribir sobre hechos destructivos. Es más: en materia de temáticas, la mayoría de las chingaderas me valen absolutamente madres; lo único que privilegio es el lenguaje y sus juegos florales. Y perdónenme la bocaza por allí, colegas, esta bocota de come-hormigas que ni siquiera pudo corregir Socorro, y eso que me embutió el hocico varias veces de serranos. Pero también estas mentadas de madre (estas chinga-liebres al por-mayor), son riqueza terciopelo de la lengua de Cervantes, absolutamente. Así que por allí empecemos, y basta, que no quiero desviarme. Pero el hartazgo es el que sube de color estas letras. El hartazgo de las balaceras reanudadas, de las granadas de sirenas nocturnas, del ciudadano rehén de nuevo, de escribir estas madres, y de todo eso que flota en el lago de una institucionalidad rota.
Dejar a un lado entonces cualquier plan de escribir ficción: no hay letras que alcancen lo que la realidad nos muestra. Una realidad deshecha que todo lo supera. Donde cualquier intento, por indagar entre sigilosos senderos de creación, encuentra ojos vacios, un patio gris en un día gris lleno de palomas caminando lentas, y la frágil soledad del patio, donde nos damos cuenta que el tiempo fluye incesante hacia la muerte; todo esto en el centro de un país que se desmorona.
Así que la realidad somete. Golpea abofeteando. Carne cruda que descarapela la sangre, y que con voz clara nos dice lo que nos negamos a escuchar, nos dice AQUÍ ESTOY, y abre los ojos, ve a tu lado, y escucha bien claro lo que te digo: “Estás viviendo un sistema injusto y corrupto, en una sociedad fragmentada, de advenedizos gandallitas, sociedad racista y cobarde, no solidaria, no participativa, de egoísmos individualistas, de sálvense quien pueda; es por ello que nos desmoronamos.”
Y escuchamos, y, en medio de cualquier reflexión, vemos (o intentamos ver) entre la oscuridad de la noche, buscando entender algo.
Pero no entendemos nada. Nos desesperamos de la desfachatez y del desfalco, de la impunidad de los culpables. Nos desesperamos e intentamos exigir, decir, poner todos los puntos sobre las íes, y al final de cuentas gritar: ¡señalemos los culpables! Pero no los encontramos. Se nos esconden. Nos empantanamos en temas de competencias, esferas jurisdiccionales y federalismos renovados. Y entre la difusa realidad pareciere la solución no existir. Y así, hablando de mi tierra, por ejemplo, este puto basurero que es el Torreón de hoy, que hace 10 años era ciudad pujante, dinero, gasto, actividad, garantías de tranquilidad ciudadana, sitios de esparcimiento y posibilidades de desarrollo para nuestros jóvenes. ¿Qué queda hoy, hacia donde vamos? ¿Quiénes fueron los culpables de todo el embrollo, de todo el deterioro? Hablemos alto, exijamos, señalemos culpables en los ámbitos en que participemos.
La verdad me molesta venir a manchar un domingo con peroratas estomacales de viseras marchitas. No me gusta hablar desde el estomago porque me salen gases con flama y apestan. Pero todo esto es desesperación inacabada. Y más aún desespero, porque, al menos en una cultura de legalidad, en un entorno de institucionalidad y certeza, con gobernantes trabajando en realidad por el bien común, debería prevalecer la paciencia ciudadana, y acompañarse de confianza y espaldarazo para y con nuestros gobernantes, ya sea porque las políticas públicas comienzan a dar resultados, ya sea por la existencia de una planeación adecuada, y herramientas tangibles de transparencia y rendición de cuentas.
Pero la historia de ahora es la misma a todo lo largo del país, a nivel nacional, municipio tras municipio, serranías carreteras negocios misceláneas, los recónditos valles, en el uniforme y en el escritorio, en lo público y lo privado: todos parecen estar vaciando los bodegones del barco, lanzándose al agua junto con las ratas, en sistémica corrupción donde México parece no agotarse. ¿Quién será aquel que tire la primera piedra?
Que vayamos en un espiral descendente hacia un deterioro institucional extendido, hasta encontrarnos en ruinas, y sobre ellas construir algo nuevo. Es algo que me resisto a pensar como posible, porque distingo retrocesos aun mayores en dicho escenario, que el continuar en el paso titubeante del ahora.
Que vayamos en un espiral descendente hacia un autoritarismo renovado, con un mando de pocos, represión y háganle como puedan. Es algo que me resisto a avalar, convencido de las virtudes de la democracia y de las sociedades liberales modernas.
Entonces, en el muro y en la pared de este laberinto, entre los callejones sin salida de ladrillo, me siento aquí a ver de nuevo la oscuridad de la noche, preguntándome: ¿Quién será aquel que tire la primera piedra?

19.10.10

Revolución y belleza.

Revolución, queja, juventud, belleza, cabellera al viento, bufanda cafe, puño a lo alto, grito enfaico, bandera lineal al centro de la protesta. Que ademas ocurra en Francia = Trending Topic; y de alli las portadas dando por el mundo vueltas.

13.10.10

Algo sobre ese largo dedo tan entrañable.

Desde ayer en la noche he estado pensando escribir sobre Chile y la historia de los mineros.

Habituado --por desgracia, a prácticas y triquiñuelas mexicanas, lo primero que alimentó mi morbo (y dirigió mis naves) fue el manejo mediático y la capitalización política del acto. Pero, sí de puesta pura en escena se tratara, mi inconsciente me decía que algún engranaje funcionaba diferente: había algo original hasta en la sonrisa tatuada de Piñeira, hasta en los abrazos que les dispensaba a los familiares.

Ante el desconcierto traté de encontrar explicación y hebra. Para hacerlo, recurrí a un amigo chileno, cuyo email transcribo abajo con su permiso.

Su tono es también original y convencido: “Gente profesional, haciendo el trabajo como profesional no preocupado de la política y la demagogia, poniéndose metas y planificando bien para cumplirlas”.

Obviamente, no pequemos de inocentes: Maquiavelo también vive en Chile. La diferencia es que trabaja de la mano con todo el país.

-----Mensaje original-----
De: Ernesto Ramos Cobo
Enviado el: miércoles, 13 de octubre de 2010 11:46
Para: Emilio Deik
Asunto: Mineros

Oye lo manejaron muy bien desde el punto de vista de imagen (de chile hacia el mundo).

Que piensas, qué fue porque pineira es un politico empresario o porque es un politico politico? Que se dice por alli del tema?
Como lo ven ustedes desde adentro?

Me interesa tu opinion, quiero escribir mi columna de esta semana sobre eso
-----Mensaje original-----
De: Emilio Deik
Enviado el: miércoles, 13 de octubre de 2010 10:01
Para: Ernesto Ramos Cobo
Asunto: RE: Mineros

Estimado Ernesto,

Déjame darte un contexto, para que puedas escribir de mejor forma tu columna.

Aquí Chile la derecha está relacionada a la clase empresarial históricamente, pero con Piñera, se unió toda la clase profesional y ejecutivos de empresas privadas muy preparados que vieron en este gobierno la oportunidad de apoyarlo desde su lado independiente pero con ideas liberales pro derecha.

Cuando salió electo Piñera, conformo un gabinete de ministros, todos profesionales de elite del país, hablan perfecto inglés el 100% tiene MBA de negocios o especializados fuera e Chile (70% usa y 30% Europa), y un 30% son doctores en la áreas donde se desempeñan. Por ejemplo el ministros de obras publicas era el ex decano de la mejor escuela de ingeniería del país (ahí estudie yo). También esta en el ministerio de justicia, el mejor abogado de la historia de Chile, un abogado amigo mio Felipe Bulnes, de 38 años un talento nunca visto antes, Lawrence Golborne ex CEO de Cencosud, un grupo de
9 billones de dólares, el ministro de salud es el ex director de la clínica privada más exitosa de Chile, cada uno de su equipo son tipos talentosos, no militantes políticos en su generalidad y tipos que viene de hacer las cosas perfectas en el mundo privado.

Entonces cuando Lawrence se enfrenta a este problema, establece un plan de hacer 17 perforaciones para testear si existe vida, al dia 17 los encuentran con un ducto que no mide más de 18 cm, es decir buscan una aguja en un pajar, ahí se asesoran de la NASA (viene un equipo de 10 tipos top) para regular la dieta, etc. Generan un hospital de que los monitorea las 24 horas, existían tipos con problemas dentales, enfermedades al pulmón, diabetes, en resumen alto riesgo. Y planifican la etapa del plan de rescate haciendo tres planes (A. B, C) el plan B tuvo éxito es una máquina que cuesta us$300k x dia, más 1 millon de dólares por la instalación. Preparan a los recastistas 1 mes, diseñan el mejor plan de comunicaciones para las familias, chile y el mundo. Contratan un satélite ara transmitir al mundo la noticia, esa señal la regalan con el objetivo de la transparencia de la información, un riesgo que toman, para demostrar el estilo de gobierno.

Involucran a Codelco empresa nacional de minería, Mineras privadas (brarrick, anglo american, etc.), fuerzas armadas, universidades y el mundo político (la oposición a l gobierno no ha criticado nada al revés se ha unido a colaborar.

Hoy existen 1.500 periodistas de más de 39 paises, que no pueden creer que Chile sea un país tan pequeño y organizado, esta son las mejores cartas de presentación, eficiencia ante la peor desastre minero del mundo, y aquí no hicieron vista gorda no los dieron por muerto y hicieron un santuario, aquí gastaron más de 20 millones de dólares, demotrando que la vida para este gobierno vale y por eso no quiere el aborto.

Magistral no? Gente profesional, haciendo el trabajo como profesional no preocupado de la política y la demagogia, poniéndose metas y planificando bien para cumplirlas, no sabes el orgullo y la emoción que siento, ayer me quede hasta las 4 am viendo como Chile entero se emocionaba hasta las lagrimas por cada minero que volvia a la vida,

Viva Chile!!

9.10.10

Letanía Neutral


… de que el tiempo se escurra sin noticias y la realidad no sorprenda, de eso parece tratarse toda esta historia que no termina de ocurrirme. Es como estar ahorcado por una letanía neutral e incandescente; un caer interminable al abismo de sus ojos.



Ni siquiera la calle logra distraerme. La veo desde mi balcón, adornada de faroles que atardecen, se alarga serpenteando bullicios, lo que me lleva de nuevo a sus ojos negros, al recuerdo de nuestro árbol en esa tarde de pájaros. En la esquina un grupo de estudiantes golpean un poste quitados de la pena, los veo gritar, correr carcajeándose. Pero en realidad la estoy recordando.


Allí a la izquierda, a un costado, está esa tintorería, por ejemplo, en los bajos del que fue tu edificio, y pasos más al frente la escalera sumida gastada que da al subterráneo, accede al rio de autos por donde solías marcharte. Ahora todo parece fluir adormecido. A mi lado los arboles cambian de color apenas temblando. Los negros desagües del edificio vecino parecen verticales insectos doblados. El viejo con sombrero de flores escupe gargajos a los peatones.


La primera vez que te vi fue justo en esa calle. Yo había salido al balcón a fumar, como ahora, y mientras la ceniza deshaciéndose, surgiste caminando, cruzando cuidadosa el paso de cebra, esperando un taxi, agarrándote el pelo, cerrando los ojos…: mujer de zancada grande bajo la lluvia. Pero eso fue hace tiempo, sin embargo, antes que me adiestraras sobre las capacidades recovequiles de la lengua, o que me enseñaras a chiflar sin los dedos.


Sobre lo primero necesitaría más palabras para hablar, y huidizo buscaría un vocabulario mas liquido, digamos, para ahondar en vértigos, y para lograr que estas gotas aceitosas mojen solo con la puntita esa línea erizada de piel, y rozarla así, nada más, con el borde, muy despacio…; sobre lo segundo, emulando a Cortázar, debería bajar corriendo la escalera que da a la calle hasta el domingo 7 de noviembre, justo un año atrás, uno baja los dos pisos y ya es el domingo, y casi me atropella tu chiflido al taxi, desde la banqueta lluviosa.


¿A dónde vas? –alcancé a preguntar.


Pero tu respuesta, más que un silencio, fue estamparme la puerta en la jeta con un chin-ga-tu-ma-dre quedito no estés molestando.


“¡Ah cabrón --pensé…, esta pinchi vieja si se me alucinó de plano!” Pero no me desanimé, y continué con mi vida.


Así que un mes puede pasar rápido, sin lugar a dudas, y desde el balcón respirar, entrar, cruzar, acceder, bajar, comprar, regalar, gritar y, principalmente, observar…, y del balcón a tu información media un paquete de post its, más o menos los necesarios para importunarte: la hora exacta en que salías a la parada del subterráneo, por la mañana, aun con el pelo húmedo.


Entonces un circunstancial cruce de caminos comenzó a suceder con consistencia de magia. Su piel era transparente, la cabeza redonda, sus ojos negros, arracada sutil apenas rozando el pliegue superior de la oreja derecha, una zancada grande de andar y volver y regresar, así durante todo el día. Hubo algunos encuentros iniciales que recuerdo nítidos: en el supermercado moviendo el letrero del precio en el montículo de fruta, o en la tienda de Té, levantando la nariz mientras abanicaban los olores del bote metálico.


Pasaron las semanas, hizo un poco más de frio, y nuestras costumbres conectadas acrecentaron los encuentros, y entonces la indiferencia esbozó media sonrisa. Las palabras surgieron en una tarde de plaza: y otro día por primera vez nos rozamos las manos. La autentica carcajada echada atrás, que se veía venir, y que después explotaba entre dientes como grito cavernario. Una tarde, quitada de la pena, mencionaste estar en tus días y que andabas liadilla. Te encontré después en una tienda con el disco de Radiohead en la mano: “Creep” –dijiste al despedirnos, con una sonrisa que no acabo de descifrar, y aun no sé si a mi te referías. La primera vez que entraste a mi departamento hablabas de Nirvana.


“Se suicidó, sabes, Kurt Cobain?” “Ya no pudo vomitar tanta autenticidad”.


“Fíjate”: --decías enfática: y ponías el video del hombre que vendió el mundo, el de Geffen Records, y lo escuchabas con una mirada que no era tuya, que no existía, la ideal para acompañar a esa guitarra llorando.


A partir de esos días y durante los meses siguientes nos fuimos fraguando. Nuestros cuerpos comenzaron a cohabitarse con frecuencia, su lengua a desinhibirse mostrando atributos, la toma de casa lenta y sin hostilidades, de ropa imperceptible inundando las repisas. Esos fueron días de luz, pero también de silencio. Algunas veces por las noches no había palabras, aunque yo lo intentara. La veía encerrarse en el baño, extrañamente, durante horas, y solamente la luz al fondo del corredor, desde donde escuchaba sus ruidos. Después quitada de la pena hablabas de alfajores, que íbamos a comprar calle arriba. Otra noche ruidos y luces y encerrada de nuevo por horas, y no se que más decir. No quiero hablar porque nunca lo entendí. Cuesta incluso trabajo escribirlo. Eran como yagas pero como que en la palma de la mano unas marcas rojizas, y no me contestaba y hasta mañana, recargada en la almohada, sin hablarme.


Y el día siguiente mostraba un fluir sin evasivas: ¡vamos nada más a caminar! ¡Siente el viento, con confianza, el mundo está abierto, chifla, hazlo así! --me gritaba, ¡hazlo sin dedos!, con la cara al viento, ¡súbete a esta piedra!


Y por la tarde Freddy Mercury frente al piano.


“Pocos como él” --decías, hablando de Freddy por media hora, sus costumbres, su vida, siempre Freddy. “¿Sabías que nació en Zanzibar y descendía de persas?” --preguntabas, sobando tu panza liquida, con un ademan circular para invocar a la fuerza.


Y después la madrugada la pasábamos sumidos en el vertiginoso encuentro de nuestros cuerpos.
Y el día siguiente, o las semanas siguientes, de nuevo tus rutinas en el baño, la luz, el largo corredor, tus marcas rojizas, el silencio…


!Te lo dije desde el primer día! –respondiste de mala gana esa noche: un chin-ga-tu-ma-dre quedito no estés molestando.


Y no te volví a ver. Esa mañana nos despedimos cada quien a sus ocupaciones, y desapareciste desde entonces. Ignoro cualquier detalle: es como estar ahorcado por una letanía neutral e incandescente.