El objeto del presente es solicitar tu apoyo para una investigación. Agradeceré a cualquiera de ustedes que quiera participar, o a quien pudiera darme nombres, ideas, contactos. Más adelante mencionaré las particularidades de lo que pretendo, pero en principio apelo a tu inquietud, a la curiosidad que todos tenemos dentro.
Deseo investigar la idiosincrasia de la gente de la región lagunera, los mecanismos que tenemos como sociedad, como grupo humano diferenciado, para asimilar y afrontar esta época particularmente difícil. Mi tesis es que una región como la nuestra, que ha alcanzado grandes logros, una comunidad que ha vivido épocas de gran pujanza, una zona joven con conglomerados industriales de clase mundial, una gente que hizo florecer el desierto, una sociedad singular por su diversidad, por su heterogeneidad, está particularmente preparada (o más propensa) a generar movimientos espontáneos de solidaridad, de participación ciudadana, que puedan incidir en la recuperación del nuestro desarrollo económico, en la erradicación de la ola de criminalidad reciente, en el fortalecimiento de la cultura democrática. Si es acaso que pudiéramos deducir eso de nuestra historia, de nuestros comportamientos: ¿qué debiéramos hacer para generar círculos virtuosos de participación ciudadana?
Para avanzar requiero –requerimos-- primeramente de objetividad total. Hacer a un lado nuestro sistema de valores, nuestro sistema de referencias, y vernos encuerados, aunque resulte difícil. Justamente este llamado descarriado, cínico, abierto, es un grito pelado en busca de la objetividad compartida. ¿Somos unos rancheros asoleados del siglo XXI, queriendo ser algo? ¿Unos mexicanos ni de la frontera y ni del centro, apenas del norte, bolsa de contención, realmente de ninguna parte?
Recurro al que quiera sentarse en la silla a conversar, a ser fotografiado, ser entrevistado, cámara de por medio, intentar descarnadamente dar una lectura de lo que somos, de lo que queremos ser, de dónde venimos, a dónde vamos. Recurro a cualquier líder de familia que guarde la memoria histórica de sus gentes, de su trajinar, para que me la comparta. Juntos tenemos que recuperar nuestra historia, pensarnos, ser inclusivos, no desechar ideas, vaciarlo todo, identificar cómo hemos solucionado otros retos en el pasado, y pensar la forma de solucionar los de ahora.
No es posible continuar con esta inercia, y dejarnos ir en el derrotero diario, quejándonos hacia el exterior, pensando que las causas de los males nos son ajenas, y nada podemos hacer para afrontarlos. Ejercicio de auto reconocimiento, búsqueda de herramientas.
Como primera opción pretendo profundizar desde la etnología, desde la antropología social, partir del estudio descriptivo de nuestras costumbres o tradiciones. Veámonos en el espejo. ¿Cuáles son nuestras costumbres en este momento, como afrontamos nuestros retos, que comportamientos estamos teniendo? Te pido a ti, amigo, leyendo estas letras, en cualquier descampado lagunero, invítame a conversar de cualquier cosa, abiertamente, tratar de saber que pensamos, donde estamos, que inquietudes, que tan preocupados estamos en saltar este bache ¿estamos seguros de lograrlo?
Un amigo etnólogo me ha dicho que justo ahora, por lo reciente de la descomposición de nuestra sociedad, es el momento de observarnos. ¿Qué piensan los descendientes de españoles, personas de campo, de este cochinero de calles, que el centro está tomado, que no se puede transitar libremente? ¿Qué piensan los descendientes de alemanes? ¿Qué piensan los árabes, comerciantes, de arriba abajo desde temprano? ¿Cuáles costumbres hemos cambiado? ¿Acaso es generalizado el comportamiento de no ver más allá de nuestras narices, imposible encontrar cohesión? ¿Acaso pensamos que por gandallin y sacalepunta, esa actitud tan lagunera de suficiencia, estamos librados?
Últimamente he pensado en voz alta como avanzar con este proyecto. Enmarañado entre vericuetos, decidí ventilarlo a través de estas líneas. Ojala alguna de sus respuestas me brinde elementos para continuar con la inercia, y así tener algunas imágenes, o unas cuantas historias para trazar garabatos sobre nosotros.
Deseo investigar la idiosincrasia de la gente de la región lagunera, los mecanismos que tenemos como sociedad, como grupo humano diferenciado, para asimilar y afrontar esta época particularmente difícil. Mi tesis es que una región como la nuestra, que ha alcanzado grandes logros, una comunidad que ha vivido épocas de gran pujanza, una zona joven con conglomerados industriales de clase mundial, una gente que hizo florecer el desierto, una sociedad singular por su diversidad, por su heterogeneidad, está particularmente preparada (o más propensa) a generar movimientos espontáneos de solidaridad, de participación ciudadana, que puedan incidir en la recuperación del nuestro desarrollo económico, en la erradicación de la ola de criminalidad reciente, en el fortalecimiento de la cultura democrática. Si es acaso que pudiéramos deducir eso de nuestra historia, de nuestros comportamientos: ¿qué debiéramos hacer para generar círculos virtuosos de participación ciudadana?
Para avanzar requiero –requerimos-- primeramente de objetividad total. Hacer a un lado nuestro sistema de valores, nuestro sistema de referencias, y vernos encuerados, aunque resulte difícil. Justamente este llamado descarriado, cínico, abierto, es un grito pelado en busca de la objetividad compartida. ¿Somos unos rancheros asoleados del siglo XXI, queriendo ser algo? ¿Unos mexicanos ni de la frontera y ni del centro, apenas del norte, bolsa de contención, realmente de ninguna parte?
Recurro al que quiera sentarse en la silla a conversar, a ser fotografiado, ser entrevistado, cámara de por medio, intentar descarnadamente dar una lectura de lo que somos, de lo que queremos ser, de dónde venimos, a dónde vamos. Recurro a cualquier líder de familia que guarde la memoria histórica de sus gentes, de su trajinar, para que me la comparta. Juntos tenemos que recuperar nuestra historia, pensarnos, ser inclusivos, no desechar ideas, vaciarlo todo, identificar cómo hemos solucionado otros retos en el pasado, y pensar la forma de solucionar los de ahora.
No es posible continuar con esta inercia, y dejarnos ir en el derrotero diario, quejándonos hacia el exterior, pensando que las causas de los males nos son ajenas, y nada podemos hacer para afrontarlos. Ejercicio de auto reconocimiento, búsqueda de herramientas.
Como primera opción pretendo profundizar desde la etnología, desde la antropología social, partir del estudio descriptivo de nuestras costumbres o tradiciones. Veámonos en el espejo. ¿Cuáles son nuestras costumbres en este momento, como afrontamos nuestros retos, que comportamientos estamos teniendo? Te pido a ti, amigo, leyendo estas letras, en cualquier descampado lagunero, invítame a conversar de cualquier cosa, abiertamente, tratar de saber que pensamos, donde estamos, que inquietudes, que tan preocupados estamos en saltar este bache ¿estamos seguros de lograrlo?
Un amigo etnólogo me ha dicho que justo ahora, por lo reciente de la descomposición de nuestra sociedad, es el momento de observarnos. ¿Qué piensan los descendientes de españoles, personas de campo, de este cochinero de calles, que el centro está tomado, que no se puede transitar libremente? ¿Qué piensan los descendientes de alemanes? ¿Qué piensan los árabes, comerciantes, de arriba abajo desde temprano? ¿Cuáles costumbres hemos cambiado? ¿Acaso es generalizado el comportamiento de no ver más allá de nuestras narices, imposible encontrar cohesión? ¿Acaso pensamos que por gandallin y sacalepunta, esa actitud tan lagunera de suficiencia, estamos librados?
Últimamente he pensado en voz alta como avanzar con este proyecto. Enmarañado entre vericuetos, decidí ventilarlo a través de estas líneas. Ojala alguna de sus respuestas me brinde elementos para continuar con la inercia, y así tener algunas imágenes, o unas cuantas historias para trazar garabatos sobre nosotros.