1.11.10

Horas Cortas

No es reproche a toro pasado sino transcripción de un panfleto; un desglose de instrucciones de alguna forma tatuadas, al extremo de aun sorprenderme buscando papeles en los rincones, con la ropa interior deshecha, removiendo con la lamparilla el polvo. En los muros del cuarto latiguean luces, y también en mi espalda. Circunstancia que somete, sin dejar opción de culpar a la mala suerte o al destino. Calladito colega: cual mozo de buena familia; sin hacer ningún ruido impropio o excesivo.

1. Locker No. 573: (El documento proporcionado incluía mapa del sitio: extinguidor, área de fotocopiado y sistemas, impresoras, baños, guardarropa, etc.) Del elevador había que girar a la izquierda–indicaba el documento, por un largo pasillo de pared azul, hasta el segundo locker de la fila superior, donde estarían sus pertenencias.

Entonces, diligente, hacia allí me dirigí. Aunque desconcertado por los procesos, me sometí enseguida, y doblando a la izquierda casi tropiezo con alguien que debería usar lentes.

Con permiso –me dijo, sin verme a la cara.

2. Combinación de primer día: El documento decía izquierda y derecha al candado, haciendo un paréntesis: “hemos considerado conveniente prescindir de tarjetas de acceso”; “favor de personalizar la combinación a su conveniencia, a efecto de garantizar privacidad futura”.

Tantos a la izquierda de nuevo, después a la derecha, gire la perilla: crac. Se abrió.

3. Mecanismo de personalización: después de abrir el candado gire, mueva, sujete la palanca y restablezca contraseña: “recuerde optar por números familiares, a efecto de recordarlos con facilidad”.

Vaya… pensé--, este instructivo de directrices, lo hizo en realidad un genio.

Y entonces cambié la maldita combinación sin lío, y continué leyendo para ver que seguía.

4. Inventario del Locker: Tarjeta de asignación, laptop personal, plumas, cuadernos, etc. “En caso de requerir papelería adicional, favor de acudir a cualquiera de las áreas de suministro, que se detallan en el mapa que se acompaña como Anexo A.”

Abrí el maldito locker y saque toda la mierda de los entrepaños.

5. Asignación de modulo: El documento establecía textual: “encuestas recientes señalan que, la causa principal de distracción en el entorno laboral, es la plática, el cotilleo pueril con los compañeros”; “dicha causa fue elegida por el 96.3% de los encuestados”; “la política de la empresa es minimizar en su totalidad dichas interrupciones, implementando esquema rotativo de módulos de trabajo”; “ello garantizara, no solamente sacar lo mejor del individuo, sino el laborar en condiciones óptimas de productividad, comodidad y silencio.”

Tan pronto terminé de leer el párrafo, giré a ver a mi alrededor: habíamos unos treinta --o cuarenta silenciosos, que lentos sacábamos las pertenencias de nuestro locker individual.

“Los centros de asignación de módulos están colocados a los extremos de las áreas de lockers” –decía el documento.

Y el Anexo B diagramaba un aparatejo como de supermercado, $24.99, código de barras, diferenciándose que, al deslizar la tarjeta, éste mostraba el número del modulo correspondiente al día, y un mapa detallado de su ubicación en las instalaciones. Fenomenal.

6. Mecánica de instalación y contraseñas: Vaya… pensé—, este puto documento es básico.

De haberlo olvidado Recursos Humanos lo imprimiría de nuevo. Aunque se me hubiera quedado tatuada la imagen de desordenado olvidadizo, entre colegas tan sofisticados y eficientes.

Precisamente, por ello fingí actuar como amo del orden: productivo, enfocado, sin dirigirme a nadie, y de manera autónoma instalándome en el #343, con la quijada trabada y los ojos concentrados en cualquier acción.

Bueno… más o menos, porque debo reconocer que es difícil suprimir al torbellino cotidiano. Evitar verle las piernas de medias negras a algunas colegas que comenzaban a instalarse en los módulos vecinos, o las caras de idiotas de los tipos que pasaban con paso firme de mirada al frente, portafolio firmemente sujetado muy listos para el día arduo, casi tropezando con el borde de una alfombra. Entonces por allí me andaba. Me apersonaba con alguien, ya saben: “mi nombre es tal y es mi primer día”, con la cara de estúpido tatuada en la frente; y también el “lo que se te ofrezca, mi nombre es tal” y algunas otras sonrisas, ya saben, puro bullshit oscuro, antes de encender los aparatos e instalar contraseñas.

7. Software de comunicación interna: Cuidadosamente seguí los instructivos y downlodié unas madres, y metí contraseñas e instalé otras cosas, puta, bastante complicados los muchachos.

Hasta pensé llamar al de sistemas, pero no hubo necesidad.

final apareció la interfase, y un aplicativo que “posibilitaba moverse a intuición”, y de allí algunas carpetas con mi nombre y un botón, correo nuevo, veinte mensajes, carajo, pensé, ¿quién tendrá mi correo?, y un tipo sin rostro me decía con letras que ponte a hacer esto, y que ponte a leer esto otro, y que te anexo algunos documentos, y que me gustaría ver tus comentarios a mas tardar hoy por la noche, y que pues entonces ponte a leer colega, olvídate de tus distracciones, de las piernas de esa Maddona, porque la quincena esclaviza, y más te vale que te vayas acostumbrando, porque estas horas frente al monitor podrían empezar a parecer no lo suficientemente largas.