
hasta aterrizar en la esquina contraria de vacio estanquillo, de trapo tal vez percudido pero café superior, finalmente, donde la plata cae directo al bolsillo del buen Joaquín, quien curado de espanto me cuenta sobre la piedra que le sacaron de la vejiga hace dos martes..., y concluye así, con un mordisco al puro que casi lo arranca --tio, una más de sus múltiples conversaciones matutinas.